jueves, 20 de agosto de 2009

El libro de texto como recurso para el aprendizaje estratégico

Esta lectura instaura en mi persona, nuevas posibilidades de cambio hacia el futuro de la educación. Muchas veces cuando los profesores universitarios nos preguntan cuestiones referentes a educación, las respuestas suelen ser redundantes a los ojos de quienes nos guían en el camino hacia ésta titánica profesión. Quizá sea porque como futuros educadores, no nos hemos empeñado a buscar como verdaderos pioneros, una nueva metodología educativa que contemple en sí misma a los textos didácticos como fieles aliados. No obstante la lectura tiene sus aspectos positivos. Éstos enmarcan algunos deberes que un texto didáctico tiene que poseer. Estos son los más importantes de los cuales me pude percatar:
Los textos deben ser reflexivos: O sea que ponga a pensar al niño y a la niña sin que éstos aludan a ser sujetos vagamente receptores.
El libro no debe ser la única autoridad: No puede ser posible que la batalla del conocimiento en las aulas, la gane un libro de texto, en vez de una persona (en este cado el docente). La batuta siempre debe estar en manos de los maestros y las maestras de la mano con los y las discentes.
La evaluación debe estar ligada a los conocimientos previos del estudiantado.
Debe enfocarse en la realidad que se vive hoy en día sin limitar la contextualización que los niños y las niñas.
La represión debe quedar excenta de la curiosidad de los niños y niñas con deseos de aprender. Es decir, que la o el docente nunca le digan al niño o la niña que su duda será esclarecida para otra ocasión por razones de tiempo, puesto que debemos aprovechar los momentos en los cuales los y las estudiantes tienen ganas aprender. Rara vez veremos a un niño apasionado por ilustrarse o súper entusiamado por conocer un tema nuevo. Por lo tanto cada instante de iluminación de parte del niño o la niña, es de válido reconocimiento y cien por ciento rescatable para un exitoso trabajo estrecho a los libros.
Y por último, que se cumplan y se logren los objetivos académicos, como sello de garantía del libro propiamente.

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